Jesús Fueyo. «La vuelta de los budas». (1ª parte)

Jesús Fueyo. La vuelta de los budas. Organización Sala Editorial, S.A.,     Madrid 1973,- 595 págs. 

Por Pedro EscolanoPortada Fueyo

 

Una izquierda sin verdaderos prestigios intelectuales ha divulgado la estrafalaria opinión de que en la España gobernada por Franco, no hubo sino falsos valores académicos favorecidos de una u otra forma por la dictadura. Buena parte de la derecha, por razones puramente tácticas y oportunistas –el acceso a la repartición política-, ha endosado esa falsificación. De ahí que la política cultural de la derecha española, en su desvarío centrista, pero ante todo cratológico, ha caído en el adanismo, como señalaba Jerónimo Molina hace unos años.

La generación de juristas e historiadores políticos que surge tras la guerra civil en torno a instituciones como el Instituto de Estudios Políticos, actual Centro de Estudios Constitucionales, dejaron un legado de pensamiento político que no ha tenido la continuidad deseable, ni hasta ahora se ha producido una filosofía política o jurídica con el nivel suficiente para ser comparable, tanto en profundidad como en rigor y extensión. Algunos de estos juristas e historiadores, cuya obra publicada en su mayor parte transcurre en el periodo referido, son: Javier Conde, Manuel García Pelayo, Luis Sánchez Agesta, Carlos Ollero, José Antonio Maravall, Luis Diez del Corral, Alvaro d´Ors, Jesús Fueyo, Gonzalo Fernández de la Mora, Nicolás Ramiro Rico, Francisco Murillo Ferrol, Enrique Gómez Arboleya, Antonio Truyoll, y el más joven de ellos, Dalmacio Negro Pavón.

Si quisiéramos establecer un eje común entre ellos, podría ser el del realismo. Pero no ese realismo vulgar que se suma a los hechos porque mandan, como síntesis puramente refleja de sentido práctico, oportunista y esclavo de hechos menudos y circunstanciales, sino un realismo que comprende la fuerza de las cosas y su autoridad, para poder interpretar lo histórico en sus ondas largas. Y este realismo, se modula en mayor o menor grado dentro de un marco cristiano, nada clerical por otra parte. Otro eje común es la formación jurídica de todos ellos, entendiendo el Derecho como objetivación histórica del marco de posibilidades de expresión de la Justicia, y no cómo expediente técnico de organización social del legista auxiliar del príncipe y representante de la soberanía que aquel encarna. “Interesa subrayar que no hay ninguna técnica capaz de arbitrar las recetas científicas para producir, bajo el impulso de criterios exclusivamente técnicos, la justicia”, es un lema permanente en el pensamiento de Fueyo, tanto en sus escritos como en su actividad docente. Pero sobre todo, nos encontramos con singulares y originales pensadores y escritores, que quizá representan la última generación de inteligencia universitaria libre que hemos tenido en España, por supuesto, con las excepciones que todos podríamos apuntar.

Entre estos juristas e historiadores políticos, destaca sin duda la figura de Jesús Fueyo, tanto por sus conocimientos y erudición como por la profundidad y calidad literaria con que supo hacer público su pensamiento a través de la escritura. Dalmacio Negro ha contado en alguna ocasión el prestigio del que gozaba Fueyo entre sus colegas más notorios: “Si eso lo ha dicho Fueyo, es que es así”.

Jesús Fueyo (1922-1993), se licenció en la Facultad de Derecho de la entonces Universidad Central de Madrid, hoy Universidad Complutense de Madrid, doctorándose con la máxima calificación con una sugerente tesis sobre “Alexis de Tocqueville y la Estructura de la Sociedad Democrática”. Por aquél entonces ejercían como docentes en esta facultad, Javier Conde, que influyó mucho en él, y Carlos Ollero, que iniciaba su carrera docente.

En 1947, obtiene por oposición la plaza de Letrado del Consejo de Estado, órgano al que estuvo vinculado hasta 1987, siendo Letrado Mayor y Consejero de Estado en dos periodos, 1962 a 1970 y 1974 a 1977.

En 1956 ganó por oposición la cátedra de Derecho Político de la Universidad de Santiago, con votación unánime de todo el tribunal. En 1969 ganó por oposición la cátedra de Teoría de la Política en la Facultad de Ciencias Políticas Económicas y Comerciales de la Universidad Complutense de Madrid, también por votación unánime de todo el tribunal.

Dirigió el Instituto de Estudios Políticos durante los periodos 1962/69 y 1974/77.

Hombre con aspiraciones políticas, fue nombrado Delegado Nacional de Prensa y Radio del Movimiento en 1962, Procurador en Cortes en 1964, Consejero Nacional del Movimiento por designación del Jefe del Estado en 1967. Los que le trataron personalmente, aseguran que le hubiera encantado ser Ministro, “aunque sea de Marina”, decía él mismo, pero las circunstancias no le fueron favorables en su vocación política.Fueyo

En 1981, entró a formar parte de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, realizando aportaciones de singular interés hasta su fallecimiento súbito e inesperado en junio de 1993.

Su obra publicada se recoge en libros como La Epoca Insegura, Esquema de la Subversión de Nuestro Tiempo, La Mentalidad Moderna, Estudios de Teoría Política y otras publicaciones de carácter más circunstancial.

La Vuelta de los Budas se edita en 1973, un momento bastante agitado de la vida política española, que se planteaba el fin del régimen como consecuencia de la edad de su fundador, y sus posibilidades de evolución y transformación. La Universidad, masificada desde hacía pocos años, vivía un ambiente agitado y ya muy infeccionado por ideas de raíces marxistas y otros ismos, especialmente en la facultad donde Fueyo ejercía como profesor. Creo que el impacto de La Vuelta de los Budas fue escaso en su momento. Sólo tengo constancia de dos reseñas, una en las páginas del diario ABC, escrita por José María Ruiz Gallardón, y otra, de José María Nin de Cardona, director de la editorial que publica el libro, en la revista del Instituto de Estudios Políticos. Nunca se ha reeditado posteriormente.

El autor subtitula su libro como Ensayo ficción sobre la última historia del pensamiento y de la política”, avisando al lector en una nota entre las páginas del libro, que el contenido de este “tratase, pues, como casi todo en este libro, de una acrobacia lúdica, de un juego peligroso al filo de la navaja de la realidad.”  Y no es que el autor esté disculpando una ausencia de rigor o descuido, sino que el libro es un ensayo meditación que transita por las dimensiones más oscuras de siglos de especulación filosófica y del pensamiento político. Esas zonas del pensamiento en que los mitos, las profecías, lo sotérico y exotérico, los iluminados, las herejías apocalípticas, las sabidurías oraculares, las utopías, los atavismos, los enigmas cabalísticos, las alquimias, los místicos y sofistas, ocupan el lugar principal, o andan soterrados y envueltos en el pensamiento aparentemente más lógico y racional. La historia de las maquinaciones sobre lo divino y lo humano, que imaginando vías heréticas de salvación y órdenes políticos diversos desde metafísicas disolventes de todas las tablas de valores, conducen a los despotismos burocráticos y las gigantomaquias políticas de nuestra época. Con estos ingredientes, no cabe duda que estamos ante “un juego peligroso al filo de la navaja de la realidad”, por el que Fueyo conduce al lector con maestría, conocimientos sólidos, humor, ironía, un gran estilo literario y sin perderse nunca en ese intrincadísimo laberinto de conexiones entre culturas diversas, filosofías, mitos y literaturas varias. Un alarde de gran ensayística que atrapa al lector desde las primeras líneas hasta las casi 600 páginas, sin respiro.

La composición del ensayo se apoya en algunos recursos literarios eficaces. Crea Jesús Fueyo un personaje, Herr Professor Gottlieb Erlöser Panaceo, Salvador Curalotodo Amado de Dios, según traducción de Dalmacio Negro. El personaje es el arquetipo de pensador agnóstico característico de nuestro tiempo y de su patogenia. Personaje unas veces patético, otras tierno en su ingenuidad, otras ridículo y aborrecible, pero siempre quimérico en sus cogitaciones hacia la Nada. Autor y personaje van conduciendo al lector en el damero de las filosofías de salvación, mediante una cierta ambigüedad calculada para no poder distinguir con nitidez, en ocasiones, cuando habla uno u otro. Y es que tras más de doscientos años de talmud del “logos” omnisciente, ¿por dónde no aparece Erlöser? Los saberes sin revelación del occidente moderno y contemporáneo son tan invasivos, que el mundo sin forma y la sociedad sin identidad afloran sin pretenderlo en el pensamiento más cauto y prudente.

Erlöser es el verbo que ya no está encarnado, la descomposición de la imagen ontológica y física de la realidad, la subversión de las premisas teológicas y morales de una concepción de la vida, la decadencia de la metafísica, que es, justamente, la metafísica de la decadencia. Pero el alma atormentada del nihilista, desde el fondo insondable de la nada, clama por un saber sotérico, por un mensaje de salvación, pretendidamente ateiológico enclavado en el radiante firmamento de la Nada.

“La obra pública de Erlöser es una disolución crítica, sulfúrica de todas las tablas de valores….autocrítica absoluta de la razón occidental, una infección búdica del genio metafísico de Occidente, la nada como dialéctica en vana agitación mental. Una filosofía que quiere construir ex nihilo el Universo y repetir la hazaña de Dios, pero que necesita para ello destruirse cíclicamente como naturaleza, para alumbrar la sabiduría virgen de la edad nueva del hombre”

El 30 de Mayo de 1930, Herr Professor Salvador Curalotodo Amado de Dios dictó su última lección pública en la Escuela de la Sabiduría de Darmstadt, tras una vida puramente mental, con el propósito de consagrar su espíritu a la salvación del mundo, recluido en su mansión de Or Adonai levantada para tal propósito como piedra filosofal hecha arquitectura. Su vida, como la de Kant, es un argumento estrictamente intelectual, en la cual, toda noticia o sucedido, es referida a su vida académica. No consta que conociera mujer. El sueño de la “epojé” de Husserl, de la suspensión de las preocupaciones de lo cotidiano, camino habitual del intelecto de occidente y llevado al paroxismo más descarnado por Erlöser. En su silente conversación consigo mismo y a través de la exégesis textual, va intentando desgranar sobre bases nihilistas, el Novísimo Testamento para la salvación de la Humanidad, desde la omnisciencia del “logos” moderno y de su descenso a los desiertos de la Nada. En este caminar, conversa con reencarnaciones de los espíritus de Schopenhauer, Sorel, Donoso, Rivarol, Saint Just, Heine, Disraelí, Maurras, Soloviev, Marx, Engels, Hegel y Tocqueville, cuyo periplo dialéctico con Erlöser, es un regalo impagable para el lector y un acierto de gran eficacia por parte del autor.

Estos recursos, digamos literarios, dan libertad expositiva al autor, siempre dentro del rigor más exquisito, propio de alguien que conoce en profundidad el pensamiento de esas ánimas encarnadas, y se complementan con un lenguaje rico, expresivo y lleno de figuras brillantes en todo el libro.

Otro hilo conductor del ensayo meditación de Fueyo, es la tesis sobre el origen de la deflagración mental de occidente como consecuencia de la patogenia invasiva y recurrente de las esencias búdicas y extractos zoroastrianos, que desde el arcaico culto gnóstico de Manes o Mani, rebrotan en la inteligencia occidental bajo la forma de diferentes herejías –bogomilistas, cátaros, albigenses, patarinos, publicanos y otros perfecti-,  difundiendo con mística sublime la agonía inminente del mundo y su inutilidad, su mensaje consolador de negación y renuncia, frente a la cultura de la voluntad y de la creación de humanidad característica de occidente.mundo

De estas fuentes bebió hasta el delirium tremens Nietzsche. Y Hegel, el deicida lógico, con su teología absoluta del espíritu humano y negación de la verdad divina de toda religión positiva, más su mortal metáfora de la religión como opio del espíritu. “Una vez que Hegel contempla con impúdico gesto su propio ombligo, no queda más que pensamiento búdico, arquitecturas de la Nada.” Y Schopenhauer con su filosofía de la vida forzosamente genocida, puesto que descansa sobre la afirmación de que el intelecto, ante todo y originariamente, es un instrumento en lucha por la vida y se emplea como un arma, abriendo paso con estos planteamientos a las falsas sabidurías  que degradan el espíritu, haciéndolo esclavo de las fuerzas oscuras del sexo, de la raza, de la materia, de la economía o del poder, es decir, esclavo de la necesidad. Nietzche, Marx, y Freud reposan en su regazo, como involución inconsciente hacia el estadio fetal de las sabidurías sin Revelación, triunfo búdico de las religiones cósmicas de la materia, del panteísmo telúrico. Y la izquierda hegeliana, todos ellos profetas del humanismo terrenal, de la salvación en este mundo, de la inversión política de la religión, que abre la senda histórica del mundo invertido, cuyos resultados políticos visibles son la producción de formas indígenas de despotismos estatales burocráticos como salvación nihilista de lo humano.

La idea trascendental de salvación es la que ha conferido su estilo singular a la cultura de occidente. Como decía Elio Gallego, coincidiendo con la tesis de fondo de Fueyo, “la modernidad secularista no ha inventado una civilización distinta a la cristiana occidental, tan solo la ha deformado”. La historia de esta inversión metafísica del espíritu occidental, es en la tesis de Fueyo, la historia del retorno a Oriente, verdadero pecado fetal de Occidente.

(…) Continúa en la próxima entrega.

2 respuestas a “Jesús Fueyo. «La vuelta de los budas». (1ª parte)”

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  2. Es de agradecer que alguien lo recuerde. El motivo de la proscripción de su memoria es por supuesto el que consta en el libro de J. Utrera , página 126 de la segunda edición, o lo que es lo mismo la renovada admiración de la pág. 399. Urge recuperar la totalidad de sus escritos, partiendo de la bibliografía de J. Molina, escritos muchos en prensa y publicaciones que no están en internet, y reeditar «La vuelta» con adecuado estudio introductorio a la altura. Lo que Molina sugiere sobre el archivo del IEP es vergonzoso y los responsables actuales del CEC deberían mirar qué pasó.
    En sus libretas y anotaciones debe de haber si no estoy equivocado una crónica fidelísima desde dentro de aquella «hora altiva de España». Y la claridad con que veía al final el sentido de todo lo ocurrido, que se había tratado simplemente de insertar a España en posición totalmente subordinada en el complejo hegemónico norteamericano, nunca será suficientemente enfatizada.

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